26 de abril de 2008

"PAUSA"


23 de abril de 2008

12 de abril de 2008

Where is the place?

First frames of a 16mm film



11 de abril de 2008

Las costumbres religiosas y sociales de Darrical (Almería)












"Las fiestas patronales de Darrical, en la alpujarra almeriense, se celebran siempre el segundo fin de semana de Agosto, mientras que la fiesta del socio se celebra el tercer fin de semana del mismo mes. En las fiestas patronales se ofrecen degustaciones a todo aquel que lo visite. Además las procesiones en honor al Santo Angel Custodio, San Isidro y la Virgen María destacan sobremanera. Como es costumbre, el sábado de fiestas salen en procesión el Santo Angel Custodio en hombros de los hombres, y la Virgen María en hombros de las mujeres. Las cuestas muy pronunciadas de las calles no evitan que se lleve en volandas a ambos tronos. El domingo de fiesta los pasos que salen son el de San Isidro Labrador y el de La Virgen María. Durante las procesiones, destaca el momento cumbre cuando desde el mirador de la "era" se elevan los tronos y desde el río se lanzan centenares de cohetes a los acordes de la música.
Años después de filmarse esta bobina de super 8 mm se anunció la construcción de una presa en Benínar, por la que debían dejar el pueblo todos sus habitantes, aunque nunca lo hicieron realmente porque el agua no llegó para inundarlo." Jorge Tur

Imagen años 70: Miguel Sánchez
Telecinado y edición: Albert Alcoz / Jorge Tur
Propiedad de los derechos de las imágenes: Jéssica Sánchez
Categoría: Cine y animación
Etiquetas: darrical almeria alpujarra documental etnografico años 70 super8 mm

4 de abril de 2008

Walden de Henry David Thoreau y Jonas Mekas

Publicado en el número 16 de BLOGSANDOCS




“La humildad, como la oscuridad, revela las luces del cielo.”
Henry David Thoreau

“I make home movies therefore I live.”
Jonas Mekas

Walden tiene entidad en sí mismo, existe como espacio físico. Walden Pond es un lago situado a pocos kilómetros de Concord, Massachusetts. Cerca de él se retiró el escritor Henry David Thoreau en 1845, a lo largo de dos años, dos meses y dos días. Su intención fue la de descubrir la riqueza de la naturaleza, estudiar las necesidades básicas del ser humano y plantear un modo de vida sereno y metódico que, poniendo en cuestión la posesión de bienes y rechazando el beneficio económico, proponía la soledad para enfrentarse a la búsqueda de sí mismo y la observación del mundo para hallar su lugar en él. Todas su reflexiones quedaron brillantemente narradas en un libro autobiográfico titulado Walden; or Life in the Woods. En él explica detalladamente su experiencia desde una posición intelectualmente privilegiada. Centrado en un método empírico, exhaustivamente descriptivo, Henry David Thoreau conecta sus nuevos quehaceres, y los pensamientos que de ellos se desprenden, con las conclusiones de escritores clásicos de la literatura griega y latina. Su punto de partida es el deseo por conocer la Naturaleza y hallar la profundidad de su alma alejado del mundanal ruido, del inevitable proceso de industrialización de la época (1). Su posición queda justificada en uno de los pasajes iniciales de este diario retrospectivo e introspectivo: “Con un poco más de deliberación en la elección de sus objetivos puede que todos los hombres se volvieran en esencia estudiosos y observadores pues, ciertamente, su naturaleza y destino interesan a todos por igual.” (2)

Walden también existe como un refugio al que abandonarse para tratar de descubrir las razones esenciales de la existencia. O al menos es lo que parece desvelarse finalmente de un texto tan lúcido y coherente como el de Henry David Thoreau. El mito creado alrededor de la obra escrita ha convertido la palabra Walden en un vocablo que admite la posibilidad de una vida plena, al margen de la sociedad, considerando el entorno natural como el contexto verdaderamente adecuado para conocerse a uno mismo y desentrañar el misterio de la vida. Un ecologismo avant la lettre sin un ápice de ingenuidad. “Pero al mismo tiempo que intentamos explorar y aprender, deseamos que todo siga misterioso e inexpugnable, que la tierra y el mar sean infinitamente salvajes, ariscos e insondables, puesto que en realidad tal son.” (3) La voluntad por desentrañar lo inquietante y a la vez continuar manteniendo esa capacidad de expectación ante las sorpresas que reserva la vida es una de las razones primordiales que sustentan el discurso de Henry David Thoreau. Una visión poética anclada en un romanticismo humanista que el autor explicita cuando rememora aquellos que le han visitado: “Pero era un poeta quien venía a mi refugio desde más lejos, salvando las nieves más densas y las tempestades más estremecedoras. Un labrador, un cazador, un soldado, un periodista e incluso un filósofo podían ceder al temor; pero nada intimida al poeta, pues es el amor lo que le mueve. ¿Quién puede predecir jamás sus idas y sus venidas?” (4)




En el año 1968 el cineasta y poeta lituano Jonas Mekas compiló cerca de tres horas de material cinematográfico rodado en 16 mm que abarcaban sus primeros años de estancia en la ciudad de Nueva York (5). Las filmaciones de espíritu amateur (en el amplio sentido de la palabra: tanto el de afición ociosa como el de estimación y encantamiento por el medio) documentaban su vida cotidiana, eventos como representaciones circenses o banquetes de boda, excursiones a ciudades como New Jersey o Buffalo y encuentros con otros cineastas, teóricos, poetas y músicos como Stan Brakhage, Tony Conrad, Beverly Grant, Peter Kubelka, P. Adams Sitney, Allen Gingsberg, John Lennon y Yoko Ono, entre otros. El conjunto de escenas fue titulado Diaries, Notes and Sketches, pero también se le conoce como Walden, ya que los intertítulos que ayudan a contextualizar los momentos documentados introducen a menudo este término (6). Walden sirve para anunciar imágenes filmadas en el Central Park y para dar final a cada uno de los rollos que completan la obra. El paralelismo entre The Lake, el principal lago del parque de Manhattan, y el lago Walden Pond, del que tanto provecho vital supo sacar Henry David Thoreau, queda evidenciado en la película por el uso de los títulos y por las filmaciones ilegibles de algunos fragmentos del libro, que van sucediéndose a lo largo del metraje. Si en Henry David Thoreau el retiro al lago resulta ser una opción de vida temporal, en la que se asumen todas las consecuencias vitales que se presuponen de ese nuevo modo de vida, en Jonas Mekas los paseos por el parque de la ciudad son instantes que permiten un efímero retorno a la naturaleza, la que el agitador cinematográfico vivió en Lituania durante su juventud. Un momento vital interrumpido por el exilio forzado hacia los campos de concentración nazis. Las home movies parpadeantes de estilo inconfundible, estéticamente impresionista, del fundador de la revista Film Culture, la New York Filmmakers Cooperative y el Anthology Film Archives capturan el entorno natural con una inefable sensibilidad lírica que transmite una nostalgia hacia su pasado. Esos glimpses, esas miradas fugaces se corresponden frenéticamente con el montaje en cámara, haciendo vibrar una sucesión incesante de escuetos tiempos presentes, libremente yuxtapuestos. Son los títulos escritos que anuncian los esbozos diarísticos y las reflexiones en voice-over de Jonas Mekas los que introducen una visión retrospectiva que describen las situaciones y analizan con posterioridad lo que de ello se sugiere. “Imágenes al fin y al cabo” dice Jonas Mekas hacia el final de Walden. Rastros, marcas, huellas de un pasado que quedaran embalsamados para la eternidad si el paso del tiempo no deteriora el celuloide.




¿Qué es lo que llama la atención a Jonas Mekas de Walden y le seduce hasta realizar un homenaje explícito a esta obra escrita, una de las más reconocidas de la literatura norteamericana del siglo XIX? Los paralelismos y las paradojas expuestas por Jonas Mekas en su diario fílmico, en referencia a la obra de Henry David Thoreau, ayudan a explicar dos visiones en dos contextos diferentes; dos posturas diferenciadas sobre la vida y la entereza de la propia obra autobiográfica. Jonas Mekas hereda el vitalismo de Henry David Thoreau, captura la esencia de sus palabras y lo interpreta a su manera, mediante una obra fílmica, de mirada individual que abre los brazos a una escena artística consolidada o a punto de hacerlo (poetas beat, pop-art, música pop, cine experimental norteamericano, cine estructural, arte conceptual, etc.) El espíritu humanista que prevalece en cada uno de los filmes del lituano, se expone cuando describe su vida en función de una postura particular conectada con lecturas románticas (7). Las primeras imágenes de Walden muestran al propio Jonas Mekas despertándose del sueño y afirmando el extrañamiento que le produce encontrarse en esa nueva metrópolis, después de haber vivido en un pequeño pueblo de Lituania. El yo hace acto de presencia tal y como lo hacía en el inicio del texto de Thoreau, quien defendía un uso de la primera persona del singular, como la única voz verdaderamente honesta y condescendiente aplicable al medio escrito. “Es corriente olvidarse de que, a fin de cuentas, es siempre la primera persona la que habla. Y yo no diría tanto de mí si hubiera quien conociera mejor.” (8) Un yo que se detiene y observa. Un yo que se niega a discernir lo trivial de lo sustancioso porque todo lo que le rodea despierta su interés. La presunción es abarcar toda la complejidad, admitiendo la limitación que entraña la selección de un punto de vista, y la inevitable traducción de todo ello a un medio concreto. El carácter ensayístico de Walden hace acto de presencia a lo largo de las reflexiones en primera persona sobre la propia práctica autobiográfica, sobre el uso de las palabras en Henry David Thoreau y la combinación de imágenes y sonidos en Jonas Mekas. La humildad, la bondad y la libertad son términos que identifican tanto al escritor como al cineasta. La creencia humilde en las home movies, la asumida soledad inicial en Nueva York y la voluntad de liberar el cine de la industria para elevar el estatus del cine underground, independiente y vanguardista, para otorgarle la libertad romántica con la que el poeta sugiere sus estados anímicos, son algunas de las mayores constantes del trabajo llevado a acabo por Jonas Mekas. Y Walden de Henry David Thoreau es el mejor punto de partida posible, pese a que la situación vital de Jonas Mekas no es en medio de los bosques sino en el centro artístico mundial de finales de los años sesenta. Trasladar las inquietudes expuestas en Walden y traducirlas en un modo de vida personal, aunque sea en un contexto histórico y geográfico diferente, es una razón de peso para creer en uno mismo y las infinitas posibilidades que se le abren ante su convicción. Los consejos que escribe Henry David Thoreau para sí mismo y para sus lectores parecen haber hallado en Jonas Mekas uno de sus descendientes más consecuentes. Parece como si Jonas Mekas haya tomado al pie de la letra algunas de las múltiples sentencias esperanzadoras de Walden y haya visualizado el mensaje del escritor a nivel cinematográfico y a nivel vital. “A medida que simplifique su vida, las leyes del universo se le revelarán menos complejas, la soledad dejará de ser soledad; la pobreza, pobreza; la debilidad, debilidad. Si has levantado castillos en el aire, tu trabajo no tiene por qué ser vano; ahí es donde debieran estar. Ponles ahora los cimientos.” (9)



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(1) “Thoreau’s decision to leave Concord and live at Walden Pond for two-plus years in the hope that the privacy and serenity offered there would allow him to plumb the depths of his soul was an attempt to defend his psychic health from what he saw as the incresingly pervasive tendency in modern man to have “no time (in his life) to be anything but a machine,” a human machine at the mercy of the larger machine of industrialization.” MacDonald, Scott. The Garden in the Machine. University of California. Los Angeles California, 2001.
(2) Henry David Thoreau, Walden. Parsifal Ediciones. Barcelona, 1989. p. 96.
(3) Thoreau, Walden, Op. cit., p.267.
(4) Thoreau, Walden, Op. cit., p. 228.
(5) Atendiendo al gráfico Jonas Mekas: The Major Diary Films presente en la compilación de textos To Free The Cinema. Jonas Mekas and The New York Underground. Editado por David E. James. Princeton University, 1992, Walden contiene imágenes del período 1964-1969 y fue editado a lo largo de dos años, entre 1968 y 1970. Otros textos citan el período sucedido entre la primavera de 1965 y el verano de 1968 como el de la filmación de imágenes. El primer esbozo de la película se proyectó en la Albright-Knox Gallery de Buffalo en 1968.
(6) A la película se la conoce principalmente con los títulos Walden y Diaries, Notes and Sketches pero también el conjunto de los dos: Walden. Diaries, Notes and Skecthes y Diaries, Notes and Sketches; also known as Walden.
(7) “Mekas’ sensibilities are those of a Romantic. In three of his films he portrays himself reading books; in Guns of the Trees, it is Shelley’s Prometheus Unbound that opeens and closes the film; throughout the abandoned Rabbitshit Haikus (1962-63), wich he made while on the set of his brother’s Hallelujah on the Hills, he is reading Blake; in Diaries, Notes and Sketches, subtitled Walden, it is Thoreau.” P. Adams Sitney. Visionary Film. The American Avant-Garde, 1943-1978. Oxford University Press. Oxford, 1974.
(8) Thoreau, Walden, Op. cit., p. 21.
(9) Thoreau, Walden, Op. cit., p.271.

Eyes Upside Down - P. Adams Sitney




"With Eyes Upside Down, P. Adams Sitney reconfirms his position as the dean of American film historiography. His recasting of the canon as the elaboration of an Emersonian Orphism will transform our understanding of American culture as a whole, not just of its cinematic avatars. The largesse of his critical intelligence, of his erudition, and of his sensitivity to both poetry and film reaches 'peaks of perfect exhilaration' as remarkable in their own way as those in the films he illuminates."--David James, University of Southern California

"P. Adams Sitney is not only the preeminent historian of the American avant-garde film; he is one of the finest critics and theorists of the cinematic image and form working today. In Eyes Upside Down Sitney does more than supplement and extend his seminal work Visionary Film, widely recognized as the canonical account of American avant-garde cinema. In this new volume Sitney not only deals with many filmmakers that were not treated in his earlier book, he also provides a new profound approach to the American avant-garde film as part of an Emersonian tradition. In addition, Sitney offers a deep, and deeply moving, expansion of his work on Stan Brakhage, a profound tribute of the critical imagination to one of America's richest and least appreciated masters of modern form."--Tom Gunning, University of Chicago