6 de julio de 2016

(Auto)exposiciones (2012-2015) Florencia Aliberti



Publicado en FOUND FOOTAGE MAGAZINE

(Self)exhibitions, Florencia Aliberti (2012-2015)
(Spain, 27 min, video digital, colour, sound)

English version:

YouTube is a gold mine. No one doubts this. It is a colossal web containing sounds and images in motion of practically anything everything you can imagine and more. For some directors who specialize in editing appropriated material, this platform turns into an immense library of digital video-graphic materials disposed to be altered under aesthetic criteria based on theoretical foundations (or the other way round). Appropriation artists with discursive purposes, who exhibit their critical attitudes towards the media, such as Jennifer Proctor, Oliver Laric or Cory Arcangel, have specialized in (dis)assembling YouTube clips. They have been doing so, with a view to emphasizing the relevance of these contents in the identification processes of their users or highlighting their powerful influence on the configuration of reality.

Since 2012 young Argentinean filmmaker Florencia Aliberti has also been working with videos downloaded from this popular media support combining them with dozens of her own shots of anonymous faces—mainly Anglo-Saxon teenagers—recorded with webcams in order to promote folk wisdom advice or seek out approving answers in the cloud. Her work in progress takes the form of a multifaceted project titled (Self)exhibitions, which manifests the alarming repetition observed in some Internet users’ behaviour—many of whom have light-weight personalities. Up to this point in time the series (Self)exhibitions consists of seven pieces: Am I? (2012), Daily Routine (2012), Watch Me Shrink (2014), Coming out (2015), Packers (2015), Bind (2015) and Cosplay (2015). Collectively they last approximately half an hour.

The treatment of privacy constitutes the dialectical centrepiece of these seven revealing productions performed by a connected series of talking heads exhibiting vital, genuinely similar, moments. They do so, so as to question their beauty, offer make-up tutorials, instruct how to showcase women’s breasts, recommend some strategies to simulate mighty male attributes, or demonstrate the lack of understanding of their progenitors when disclosing their homosexuality. Aliberti suggests different interpretations of the consequences of addressing the camera from the private sphere connected to a public, global in scope, area, as is the World Wide Web. The exhibition of the face and the body in the domestic habitat is the lowest common denominator of these pieces edited as a repetitive multiplication of mimetic gestures: equivalent verbalizations, shown methodically, visualized in the form of a puzzle. Such cacophonies of performative monologues, meticulously reused, skew the sphere from which they originate in order to relocate themselves as critically devastating video creation pieces. According to Aliberti, these (dis)assemblies “are personal experiences mediated by the public screen operating as a kind of a mirror in which thousands of people contemplate their image and replicate ways of behaving, forms, poses and habits.” By placing them again in the web as kaleidoscopic representations of identical gestures, their author displays a discursive repertoire evidenced by the accumulation. Finally, presenting these works in festivals (in single-channel format) or artistic spaces (shown as looped video installations) lets the artist approach a different kind of viewer; the one who, in public cultural contexts, is driven to decipher the reason for the shots’ origin from a critical position. An urge to convey domestic findings along with a desire to receive recognition might constitute some of the answers that justify the video clips which, presented in unison, reverence the emergence of new digital media as tools to speculate about the existence itself.

Versión en español:

YouTube es una mina. Eso no hay quien lo dude. Es una web descomunal que contiene sonidos e imágenes en movimiento de prácticamente todo lo inimaginable. Para ciertos realizadores especializados en el montaje de material ajeno esta plataforma resulta ser una biblioteca ingente de materiales videográficos en formato digital, deseosos de ser alterados bajo criterios estéticos sustentados en fundamentaciones teóricas (o al revés). Artistas de la apropiación con fines discursivos decantados hacia la crítica mediática como Jennifer Proctor, Oliver Laric o Cory Arcangel, se han especializado en el (des)montaje de clips de YouTube. Lo han hecho para destacar la relevancia de estos contenidos en los procesos de identificación de sus usuarios o para señalar su poderosa influencia en la configuración de la realidad.

Desde 2012 la joven cineasta argentina Florencia Aliberti también trabaja con vídeos descargados de este popular contenedor mediático combinando decenas de capturas personales de rostros anónimos –principalmente adolescentes anglosajones– que se registran con sus webcams para promover consejos caseros o buscar respuestas aprobatorias en la nube. Este “work in progress” de la artista adquiere la forma de un proyecto poliédrico titulado (Auto)exposiciones, con el que se evidencia la alarmante repetición en los comportamientos de ciertos internautas —muchos de ellos con escasa personalidad—. Hasta el momento, la serie (Auto)exposiciones consta de siete piezas: Am I? (2012), Daily Routine (2012), Watch Me Shrink (2014), Coming out (2015), Packers (2015), Bind (2015) y Cosplay (2015). Todas juntas alcanzan cerca de media hora de duración.

El tratamiento de la intimidad es el principal eje dialéctico de siete montajes reveladores protagonizados por bustos parlantes concatenados, que manifiestan instantes vitales verdaderamente similares. Lo hacen para poner en duda su belleza, ofrecer tutoriales sobre cómo maquillarse, mostrar cómo ensalzar el pecho femenino, recomendar estrategias para simular atributos masculinos voluminosos o demostrar la incomprensión de sus progenitores al confesarles su homosexualidad. Aliberti propone diferentes lecturas sobre las consecuencias que supone dirigirse a cámara desde un ámbito privado, conectado con una esfera pública de alcance mundial como es la World Wide Web. La exhibición del rostro y el cuerpo desde el hábitat doméstico es el mínimo común denominador de unas piezas editadas como una multiplicación reiterativa de gestos miméticos: verbalizaciones equivalentes que se muestran metódicamente visualizadas en forma de rompecabezas. Estas cacofonías de monólogos "performáticos", meticulosamente reutilizados, sesgan la esfera en la que se originan para reubicarse como trabajos de videocreación críticamente asoladores. Según la misma Aliberti estos re-montajes “son vivencias privadas mediadas por la pantalla pública, que opera como una especie de espejo en el cual se contemplan miles de personas y a través del cual replican conductas, formas, poses, hábitos”. Al insertarse de nuevo en la red como representaciones caleidoscópicas de gestos idénticos, su autora despliega un repertorio discursivo cuya evidencia es la acumulación.

Finalmente, el hecho de mostrar estos trabajos en festivales (en formato vídeo monocanal) o en espacios artísticos (videoinstalaciones expuestas en "loop") permite interpelar a otro tipo de espectador; aquel que, en contextos culturales públicos, se ve empujado a descifrar el porqué del origen de las capturas desde una posición crítica. El el anhelo por comunicar hallazgos caseros y el deseo por recibir reconocimiento pueden ser algunas de las respuestas que justifiquen unos clips de vídeo que, presentados al unísono, reverencian la emergencia de los nuevos medios digitales como herramientas para especular sobre la propia existencia.

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