31 de mayo de 2011

Pantallas de la era digital

Fluid Screens, Expanded Cinema de Janine Marchessault y Susan Lord (Ed.). University of Toronto Press. Canada, 2008.


Publicado en la Revista Secuencias. Primavera, 2011.

Existen estudios que reconocen la tradición teórica en la que se insertan desde el mismo título que los identifica. Es una estrategia que sirve como reclamo para aquellos lectores ya iniciados, interesados en recorridos críticos concretos, que varían en función de los momentos históricos en los que se debaten. Este es el caso del volumen Fluid screens, expanded cinema. El conjunto de textos seleccionados por Janine Marschessault y Susan Lord mantiene un vínculo directo con la situación cinematográfica analizada por el teórico Gene Youngblood en el contexto estadounidense de 1970. Las reflexiones que Gene Youngblood escribió en su imprescindible Expanded cinema son el punto de partida de una nueva recopilación de artículos analíticos que sitúan, sobre el papel, las cuestiones principales que atañen al desarrollo de la tecnología digital, en relación al cine y los medios de masas del escenario actual. Es un cine entendido en su mayor amplitud que inevitablemente moldea el espacio público de la contemporaneidad. Si Expanded cinema dibujaba una amplia concepción cinematográfica que abrazaba todas y cada una de las iniciativas artísticas realizadas con las nuevas tecnologías de la época, Fluid screens, expanded cinema hace lo propio, meditando sobre el papel de la imagen digital y sus ilimitadas potencialidades; haciendo especial hincapié en las iniciativas surgidas en una plataforma especialmente fructífera como es internet. Uno de los puntos de partida de esta compilación de artículos es la idea de que el espacio mediático de la actualidad está dominado por una multitud de medios que dominan la política económica, las prácticas culturales y las nuevas articulaciones de identidad. Gracias a la fluidez de la imagen digital se pone a prueba el espectáculo cinematográfico tradicional, traspasando las fronteras de lo interactivo y lo performativo en los networks media. Todos los análisis aquí incluidos quedan englobados bajo los cultural studies, la teoría post-fílmica, los estudios de comunicación y la teoría de los nuevos media. La multiplicidad de puntos de vista dispuestos en ellos demuestran cómo las tecnologías digitales transforman la cultura visual, moldeando la esfera pública en la que se insertan.

Las primeras películas por computadora realizadas por cineastas como Jordan Belson o los hermanos Whitney, los experimentos televisivos de artistas como Nam June Paik o Aldo Tambellini, las metamorfosis videográficas de John Stehura y Jud Yalkut, las performances multimedia de Carolee Schneemann o Robert Whitman, las arquitecturas sensoriales envolventes −como el Movie Drome diseñado por el cineasta Stan VanDerBeek−, y los espectáculos expansivos de proyecciones múltiples −como el celebrado HPSCHD de John Cage y Ronald Namerth−, eran algunas de las manifestaciones artísticas estudiadas por Gene Youngblood en su ensayo Expanded cinema. Tomando como referencia lo cinematográfico, el autor exploraba la estética de los medios de comunicación audiovisuales en relación a nuevas dimensiones fenomenológicas, de resonancias epistemológicas. El arquitecto y ensayista Buckminster Fuller era el encargado de escribir la introducción de un libro, que él mismo identificaba como “el principio de una nueva era del sistema educacional”. Era una manera de entender unas reflexiones que ponían las bases para una pedagogía interactiva, apta para el desarrollo del conocimiento y la apertura de la conciencia. Esas palabras visualizaban la importancia de las herramientas basadas en la emisión y recepción de sonidos e imágenes en movimiento, para el futuro de la humanidad. La extensión de los límites de la pantalla hacia formas culturales interconectadas, envolventes e interactivas, quedaban estructuradas por Gene Youngblood mediante tres ejes principales: la sinestesia, lo intermedial y lo global.

El cine es el arte de organizar una corriente de eventos audiovisuales en el tiempo. Es un evento temporal, tal y como sucede con la música. Para Gene Youngblood la tecnología audiovisual es un dispositivo que permite ampliar la conciencia del espectador y ensanchar las capacidades de su mente. Ese nexo común entre medio y mente es uno de los puntos concretados por especialistas de la evolución de la imagen electrónica y el vídeo, de finales de los años sesenta. Fluid screens, expanded cinema retoma estas consideraciones casi cuarenta años más tarde. Lo hace para evidenciar nuevas perspectivas surgidas en un contexto radicalmente distinto −no solo a nivel temporal, sino también a nivel geográfico−. En esta ocasión los artículos redactados toman como referencia los desarrollos acaecidos en Canadá y, especialmente, en las ciudades de Toronto y Montreal. Tal y como indican las editoras en la introducción del libro, la iniciativa de compilar esta serie de textos surge durante un simposio celebrado en una de las últimas ediciones del Images Festival for Independent Film and Media de Toronto. Por esta razón la mayoría de autores participantes son de procedencia canadiense. Así, muchos de sus objetos de estudio pertenecen a los desarrollos estéticos y conceptuales concentrados en este basto espacio geográfico. Es en esta misma introducción donde se establece el marco teórico que gira alrededor de los tres capítulos que dividen el libro. Si el título del mismo remite a concepciones como el de la modernidad líquida descrita por el ensayista Zygmunt Bauman, es por el paralelismo que establece entre la convergencia espacio-temporal de las sociedades occidentales regidas por el sistema capitalista, y las manifestaciones fílmicas que surgen de ella. Según Bauman la fluidez de los estados líquidos sirve como metáfora para entender la flexibilidad de espacios desplazados y tiempos ilimitados, perceptibles en la actualidad. Es un modo de identificar la fragmentación, la maleabilidad y la fugacidad de lo presente.

Expanded cinema – Inmersion es el título de la primera parte del libro. Los seis ensayos de los que consta esta sección tratan sobre la influencia que los soportes arquitectónicos diseñados para proyecciones fílmicas provocan sobre las experiencias sensoriales de los espectadores que se sumergen en ellas. Partiendo de las innovaciones introducidas en la exposición internacional de Montreal de 1967, Janine Marchessault considera en su texto Multi-screen and future cinema: The Labyrinth Project at Expo 67 la relevancia de las aportaciones cinematográficas realizadas para los pabellones de la muestra, concentrando su interés en el proyecto The Labyrinth. Esta multiproyección diseñada por Colin Low, junto a Roman Kroitor, fue una de las piezas más complejas de una Expo 67 plagada de obras fílmicas, identificadas por parte de los técnicos y artistas mediante términos como Circle Vision, Polyvision, Kino-Automat o Diapolyecran. Descrita por Marchessault, la instalación Labyrinth consta de tres salas que muestran lo fílmico como ambiental, introduciendo nuevas consideraciones sobre la vivencia de la simultaneidad. Es un film site specific de cuarenta y cinco minutos que narra, a modo de ritual, la autorealización de un individuo a lo largo de toda su vida. Multiproyecciones discontinuas invitan a una divagación de los sentidos que, a la vez, activan la imaginación sin renunciar a la memoria –acciones que, según Gene Youngblood, conjugan el paseo del espectador con el cine sinestésico–. Marchessault finaliza su texto recalcando que la omnipresencia de instalaciones fílmicas en la Expo 67 es un claro precedente de la ubicuidad de pantallas y la maleabilidad de la imagen del presente. Sounds complicated: what sixties audio experiments can teach us about the new media environments es otro de los textos destacados de esta primera parte. Aquí Stephen Crocker se encarga de estudiar cómo el sonido estructura los espacios que nos rodean, alterando, de un modo prácticamente imperceptible, nuestra conciencia. Lo hace atendiendo a cuestiones como la naturaleza omnidireccional del sonido y la pasividad con el que lo recibe el ser humano. Transitando entre conceptos como el arte de los ruidos de Luigi Russolo, la escucha reducida de Michel Chion y Pierre Schaeffer, y las reflexiones del montador y sound designer Walter Murch, Stephen Crocker se decanta, como Marshall McLuhan y John Cage, hacia el estudio del sonido atendiendo a las estructuras organizadas de las sensaciones, y no a sus fuentes sonoras. The network screen: moving images, materiality, and the aesthetics of size de Haidee Wasson repasa la evolución tecnológica de las pantallas, para revelar lo que subyace en dos ejemplos paradigmáticos: IMAX y QuickTime. La espectacularidad global de un dispositivo y la pequeñez individual del otro permiten establecer comparaciones, que concluyen con apreciaciones como el hecho de que el Kinetoscopio de Edison sea un claro precedente de las pequeñas películas disponibles en la Web.

El segundo apartado del libro se centra en nociones temporales, históricas y memorísticas. Entre los escritos englobados en una sección identificada con el título Digital Time − Archive, cabe mencionar From sequence to stream: historiography and media art de Susan Lord. Aquí la autora argumenta la existencia de una imaginería historiográfica puesta a punto por artistas e intelectuales, gracias a procesos como el copyleft, las narrativas de bases de datos, el intercambio o el saqueo de archivos (archive plundering). Bajo experiencias de grupos políticamente comprometidos como Vision Machine o Walid Raad y The Atlas Group, Susan Lord disecciona el cambio de las relaciones temporales secuenciales, a la estética digital y las imágenes virtuales. Liquid Space − Mobility es la tercera y última sección de Fluid screens, expanded cinema. En ella se encuentra una serie de recomendaciones de Sean Cubbit en Precepts for digital work. Aquí el autor toma en consideración la traducción que se produce entre el trasvase de lo analógico a lo digital, afirmando que son los espacios vacíos que emergen de la fragmentación, lo verdaderamente relevante de la digitalización. La naturaleza efímera, el carácter procesual, el aspecto incompleto y el acabado imperfecto son algunas de las características que halla en unas artes digitales que acaba definiendo como cyborg. Para Sean Cubitt lo digital es antes un soporte comunicativo que uno representacional.

El apéndice Afterword: what we must do firmado por el propio Gene Youngblood se pregunta si existe la posibilidad de organizar un evento interactivo y participativo de alcance mundial, difundido a través de internet. Visibilizar una conciencia común del ser humano, ligada a unos desarrollos tecnológicos factibles, parece ser la razón de esta propuesta utópica que coge como ejemplo las manifestaciones contra la guerra de Irak sucedidas en febrero de 2003. Es una manera de plantear la importancia que puede llegar a adquirir lo digital respecto a la estética de los media y a las experiencias espacio-temporales ligadas al capitalismo.

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