Estoy en la ducha y le empiezo a dar vueltas al tema blog. ¿Qué sentido tiene? ¿Por qué un diario, si al final mi voz casi ni se aprecia? ¿Qué miedo hay en hablar de lo que a uno le rodea, en primera persona, con nombres y apellidos? ¿Qué problema hay, si al final tanto una película, una canción, un libro o el comentario de un amigo resultan esclarecedores para dar vueltas sobre uno mismo y la razón de su existencia? Recuerdo una frase de Ferran Ràfols acerca de Visionary Film: “…opines poc.” Asiento. Seis meses después, al comentarle mi incapacidad para leer novelas y limitarme a los ensayos, me habla de Vila-Matas. Pocos días antes Ignasi Llobera nombra la Historia abreviada de la literatura portátil, justo cuando pasamos por la galería de arte
H2O, recordando su primera exposición portátil. En casa de mi hermana encuentro una copia del mismo, editada por Anagrama, para la colección Compactos. “No lo he leído” me dice. Me extraña porque lleva un año citando frases de Vila-Matas (a tort i a dret), tanto en
cortoypego como en la vida diaria. Me lo llevo. Lo leo. Me engancha. Sesenta páginas en pocos minutos. Frases cortas. Comentarios directos, lúcidos y secos. Marcel Duchamp, Erik Satie, Aleister Crowley, Georgia O’Keefe, Tristan Tzara… Uno detrás de otro en sin solución de continuidad. Me deja perplejo tanta afirmación en voz de sus propios protagonistas. Aprecio sus obras, pero desconozco sus vidas. Incertidumbres y dudas razonables. ¿Es verídico o pura fantasía? Ni lo uno ni lo otro. Es una investigación sui generis sobre los shandys, expuesta con conocimiento, gracia y cierta frivolidad. Leo en la bibliografía que Tzara escribió Historia portátil de la literatura abreviada. Empiezo a entender el juego de referencias (o eso creo pensar). De la historia portátil a la abreviada, de la literatura abreviada a la portátil. Y de todo ello al cine. Porque de un modo u otro todos los nombres me llevan al cine: Crowley-Anger, Duchamp-Anémic Cinéma, George Antheil-Ballet Mécanique, Man Ray-Emak Bakia… Abro el último Cahiers, el de aquí. Leo el texto dedicado a Isaki Lacuesta. Fran Benavente es el primero en pronunciarse: “Las Variaciones Marker es una de sus mejores películas”. Sin ninguna duda, pienso. Aún sin llegar a alcanzar el por qué de esos (a menudo gratuitos) juicios de valor, confirmo con otra voz, lo que he sentido al ver su pieza -a editar por
Intermedio-. Hace unos meses Elena Ortega me dice: “Te ha incluído en los agradecimientos”. Agradezco el agradecimiento (valga la redundancia) considerándolo un gesto de amistad y complicidad. Lo recuerdo cuando leo su nombre en los créditos finales, esta vez con su segundo apellido, Oroz. Una semana pendiente de un mail de Violeta –¿Stan Brakhage, Jim Shedden, Hilario Rodríguez, Nick Drake, NIF FIN?- y al final resulta ser un sms (a un desconocido): “Acabo de veure el teu nom”. Me hace pensar. Aunque muy bien no se el qué. Decido no contestar. Es Armand Rovira quien me dice que en el texto, Lacuesta habla de Oriol Sánchez junto a Matthias Müller. Lo busco y doy con ello. Oriol debería darse a conocer. Vuelvo a Marker y pienso en una
reseña que escribí hace tiempo. En ella hablaba de La Chinoise de Godard (película que no he visto, gracias a los Cines Casablanca). Recuerdo la imagen que ilustraba el comentario y medito sobre el punto de vista, tanto el del festival, como el que me hace errar clamorosamente en una prueba de tiro al arco, a la que acudo por cortesía del C.I.C. un jueves por la mañana. La clave de mi error, pienso, está en el ojo que apunta. Por comodidad, ante la colocación del arco, debería ser el derecho quien orientara la flecha, pero la miopía y mi tendencia izquierdista (¿con qué pié chutas las pelota?), hacen que me decante por el ojo izquierdo. La confusión es palpable y la diana ni la intuyo. Todo ello me hace pensar en el tíulo escogido por el apartado Heterodocsias del
Festival Punto de Vista de Navarra: La Mano que Mira. No consigo ver ninguna imagen clara con ese título, ni tan solo palparla (quizás es por ahí donde deba encaminar la pieza audiovisual con el móvil). El binomio Apercepción-Refilmación puede ser útil. Recuerdo que debo escribir un texto antes del miércoles para que se publique en el catálogo de Heterodocsias. Ojeo el del año anterior y percibo imágenes que yo mismo he escaneado (Cada Ver Es, Cuadecuc-Vampyr). Hay mucha confusión el los listados que ahí aparecen, y poco X Films (nada que ver con filmes X). Quiero acabar el texto. Pienso en los dos últimos post. No digo nada. Ya dicen mucho. La desaparición los engloba y los moldea. El mar como puerta al escapismo de Tacita Dean, el punto de fuga y la huida del poema de Edgar Allan Poe y el baptismo de Bill Viola (“quien nace empieza a morir”), cierran el círculo vital y el deseo de desconectar y partir. Huir. Bien lejos. Podría acabar aquí pero hay dos nombres que rondan mi cabeza insistentemente. Curiosamente, y crípticamente, remiten a la esperanza (verde) y al optimismo (positivo).